![El estudio analizó el papel del rasgo de la ira en la sobreestimación de la capacidad cognitiva](http://novena.radiotiempo.co/wp-content/plugins/a3-lazy-load/assets/images/lazy_placeholder.gif)
Mejora la memoria: el mal humor se tradujo en una mayor capacidad de las personas para recordar los detalles de algún lugar en el que habían estado. También mejoró los recuerdos de cosas vistas al mitigar los efectos de posibles distracciones, como la información irrelevante, falsa o engañosa.
Permite hacer juicios de valor más precisos: un poco de mal humor ayuda a reducir los sesgos y la distorsión a la hora de formar nuestras opiniones. Por ejemplo, se ha probado que los jueces que están tristes se forman una impresión más fiable y precisa de los demás porque procesan los detalles de forma más efectiva. También se descubrió que el mal humor nos hace menos ingenuos y más escépticos a la hora de valorar leyendas urbanas y rumores, e incluso aumenta nuestra capacidad de detectar los engaños y nos hace menos susceptibles de confiar en estereotipos simplistas.
El mal humor puede mejorar la toma de decisionesMejora la motivación: otros experimentos revelaron que, cuando se pidió a los participantes que realizaran una tarea mental compleja, los que estaban de mal humor se esforzaron y perseveraron más, dedicando más tiempo a la tarea, intentando responder más preguntas y acertando más respuestas.
Mejora la comunicación: Ese mayor grado de atención puede, a su vez, mejorar la comunicación. Los estudios muestran que las personas que se sienten tristes utilizaban argumentos más persuasivos a la hora de intentar convencer a los demás, entendían mejor las frases ambiguas y se comunicaban mejor al hablar.
Mayor imparcialidad: otros estudios revelaron que estar ligeramente malhumorado contribuía a que los participantes mejoraran la atención que prestaban a las expectativas y normas sociales y hacía que trataran a los demás de forma menos egoísta y más justa.
El estudio fue realizado en la Universidad de Nueva Gales del Sur«En nuestra cultura, las emociones humanas corrientes, como la tristeza momentánea, a menudo reciben la consideración de trastornos. Desde las manipuladoras industrias de la publicidad, el marketing y la autoayuda proclaman que la felicidad debería estar siempre a nuestro alcance y, sin embargo, el mal humor sigue formando parte esencial de la variedad de estados de ánimo que experimentamos regularmente. Asimismo, a pesar de la universalidad de este culto a la felicidad y la abundancia de riqueza material sin precedentes, lo cierto es que la felicidad y la satisfacción en las sociedades occidentales no han mejorado desde hace décadas» escribió el investigador en un artículo para la revista Vice.